Te explicamos cuál es la época adecuada y por qué tienes que escogerla para que tu poda salga bien.
El año está dividido en cuatro estaciones, como bien sabrás, y cada una surte un efecto diferente en las plantas, arbustos y árboles que nos rodean. Todos sabemos que el otoño es la época en la que las hojas caen y los árboles quedan “desnudos”, mientras que la primavera hace que florezcan y se muestren en todo su esplendor.
Este ciclo influye muchísimo en la época de poda, ya que hay que escoger el momento adecuado para que, por ejemplo, hacer una poda en altura no sea una auténtica locura. Pero, ¿cuál es la ventana de tiempo más adecuada?
Según muchos especialistas, el mejor momento para podar árboles frutales y ornamentales, además de arbustos, trepadores y otras plantas, es el invierno. De hecho, lo mejor es esperar a la recta final de esta estación para evitar los efectos del potente frío que aparece en los meses más intensos de esta estación.
Pero, ¿por qué es es así?, ¿qué ventajas reales supone el realizar la poda de árboles en esta época? Pues lo cierto es que hay varias razones importantes. De hecho, los mejores equipos de podas y talas en Madrid insisten mucho en trabajar especialmente durante esta época por todo lo que supone.
¿Por qué es mejor podar los árboles en su época?
Ventajas de podar árboles en invierno
Para empezar, hacer la poda en invierno a todos los árboles que sean de hoja caduca hace que sufran menos daño, dado que no se eliminan sus hojas. Podar en verano o primavera hace que el árbol sufra porque pierde capacidad para nutrirse cuando más lo necesita.
Además de esto, en invierno es más fácil quitar las ramas, puesto que no hay hojas que impidan ver con claridad. Asimismo, al terminar, hay que recoger menos elementos que si se hiciera en otras estaciones porque hay menos forraje.
Del mismo modo, hay árboles que “sangran” mucho más por los cortes en las estaciones de más calor, siendo el invierno más adecuado todavía por eso. De hecho, también hay hongos mucho menos activos en esta época más fría, por lo que es mucho menos probable que sufran daños que pudieran ser incluso irreversibles.
Por supuesto, todo esto es en los árboles de hoja caduca. Los de hoja perenne pueden podarse con más frecuencia, ya que no pierden tantas hojas como estos.