En mi país es común escuchar la sentencia «¡ahorra, que algo queda!». Aplicada al reciclaje, sería mejor decir, ¡recicla, que mucho queda!
En el interior de tu casa
Cada vez que se nos da por reutilizar un envase para guardar una salsa o un dulce casero, estamos eliminando la necesidad de adquirir otro para ese mismo fin.
Al ahorrarse la producción de ese envase, se economizan materias primas cuyo procesamiento es muy contaminante. Si el envase es de aluminio, se economiza bauxita; si es de acero, mineral de hierro; y si es de vidrio, arena.
Aparte de la polución que ocasionan, los procesos de transformación necesarios para producir un envase demandan grandes cantidades de agua y de energía (tanto eléctrica, como gas natural).
El triste papel del papel
Como seguramente sabes, el papel y el cartón se fabrican a partir de troncos de árboles. Se tala el árbol, se le quita la corteza, se desmenuza el tronco, se fabrica una pulpa con un proceso químico y, mediante otras transformaciones, se llega a la bobina de papel.
Hasta no hace mucho, el consumo mundial anual de papel demandaba talar el equivalente a un bosque de dos millones de hectáreas. Cada tonelada de papel requiere entre 15 y 20 árboles.
Pero el principal problema ambiental ya no es la tala de bosques naturales. La abrumadora mayoría de la producción mundial de papel proviene de bosques artificiales sembrados y renovados con ese fin.
Las preocupaciones fundamentales derivan de la utilización de un blanqueador a base de cloro para proporcionarle la blancura al papel. Este aditivo es muy contaminante y ha sido ligado a graves afecciones de salud.
Afortunadamente, la informatización universal ha traído consigo una importante reducción en el consumo de papel, pero todavía se sigue produciendo mucho.
Si aún compras el diario, intenta reciclar el papel. Presta tus libros; por cada varios préstamos, es probable que estés evitando la tala de un árbol. Si necesitas tomar notas a lápiz, utiliza el respaldo en blanco de una hoja de papel.
El futuro es el reciclaje
Sea por vocación ambientalista o por obligación, el mundo futuro será uno de reciclaje.
Hoy en día, ya es posible reciclar prácticamente todo: agua, metales, vidrio, cartón, papel. Pero el reciclaje, como toda buena costumbre, es una cuestión de crear el hábito.
Si no lo estás haciendo, recicla algún material de desecho generado en tu hogar, incorporando activamente a tus niños.
Tus hijos serán unos mejores ciudadanos del planeta Tierra si asumen el reciclaje como un comportamiento natural. Ya verás, el cambio empieza por casa…