Desde que a principios del siglo XX comenzaron a salir a la luz los primeros descubrimientos sobre computación por medio de máquinas y éstas fueron desarrollándose cada vez más rápidamente, en gran parte motivadas por las urgencias de la guerra que encarnizada, se libraba en la primera mitad del siglo, el tamaño de las mismas fue reduciéndose, de ocupar varias plantas, a una habitación y poco a poco, fue penetrando en la mente de los científicos la posibilidad de reducir cada vez más sus componentes hasta hacer posible que los procesadores que integraban la computadora, además del resto de los componentes, tuviesen un tamaño “portátil”.

Evidentemente, los avances científicos y técnicos, unidos a los descubrimientos de nuevos materiales, hicieron posible esta paulatina miniaturización, y hoy día el tamaño de los grandes ordenadores se ha reducido tanto que podemos tenerlos sobre nuestra mesa.

Y si bien no estamos hablando de los supercomputadores, los cuales siguen requiriendo instalaciones adecuadas, sí es cierto que los computadores han incrementado tanto su eficacia, que hoy día es posible tener en nuestra casa uno millones de veces más potentes que los primeros que fueron creados, cuando no más.

En otro terreno, más precoz fue el invento de la telefonía, aunque la proliferación de los modernos aparatos de telefonía móvil, smartphones y demás dispositivos portátiles de comunicación, ha encontrado un boom exorbitante a finales del siglo XX, siendo en esta época un aparato omnipresente en la vida de las personas, sin los cuales, la comunicación hoy no se entendería.

La raíz del problema

La política de consumo de los países y multinacionales no se conforman con que todos los habitantes del planeta tengan un teléfono móvil y un ordenador, portátil o de sobremesa: constantemente están incluyendo “mejoras” que hacen que los aparatos queden obsoletos en apenas dos años, que, además, suele ser la duración física funcional de los mismos, pues no interesa una fabricación duradera, sino con un período de vida breve, para inducir al consumo continuo.

Consideraciones morales aparte, esto genera una cantidad de basura electrónica tan desmesurada, que actualmente es imposible procesar la cantidad de desechos que se producen: más de 50 millones de toneladas al año.

Los químicos intrínsecos, el agravante

Algo que da lugar a un severo problema medioambiental y de salud pública, ya que los componentes de las computadoras y teléfonos móviles están fabricados con metales a base de plomo, cadmio, mercurio y berilio, además de incluir en su fabricación químicos retardantes de fuego, a base de bromados y otros compuestos químicos como polímeros hechos a base de un compuesto químico llamado cloruro de vinilo. También están presentes el selenio y el arsénico. Estos metales, al ser fundidos, para su “reciclaje”, generan cantidades ingentes de gases tóxicos que se liberan al aire, a la tierra y al agua.

Como vemos, tal vez deberíamos ser un poco más conscientes de nuestras necesidades de consumo reales, y no comprarnos un portátil nuevo cada dos años, ni cambiar de celular al mismo ritmo, si es que todavía funcionan bien, aunque estemos algo “fuera de onda”. El planeta y todos nosotros, agradeceremos la posibilidad de tener un futuro.

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