En los ecosistemas costeros, la Posidonia desempeña un papel fundamental por muchas razones:

Actúa como pulmón verde, gracias a su desarrollo foliar y llega a liberar en el medio ambiente hasta 20 litros de oxígeno por día y por metro cuadrado de pradera; que es una cantidad más que aceptable. Además producen y exporan una biomasa, no solo en su ecosistema sino también en su vecindad.

Piezas claves del ecosistema marino

Las posidonias entre otras cosas proporcionan excelentes refugios y zonas de reproducción para una diversidad excepcional de animales marinos; muchos peces, cefalópodos, bivalvos, gasterópodos, equinodermos y tunicados, encuentran su santuario natural al abrigo de las mismas.

La posidonia es una pieza clave del ecosistema marino y también a nivel de fisiografía costera; ya que consolidan los fondos de las costas y contrarrestan el excesivo transporte de sedimentos que van acomodando las corrientes marinas de costa. Y no solo eso; las posidonias frenan la poderosa fuerza de las corrientes y las olas lo que conlleva a una menor erosión costera, incluso sus hojas muertas sobre la arena ayudan a este fin.

Pues bien, sabiendo los múltiples beneficios que nos aporta esta hierba marina; es bueno conocer que desde los años 60, las praderas de Posidonia, endémica del Mediterráneo, ha retrocedido de una manera alarmante llegando hasta un 38%, y estos datos son una auténtica catástrofe medioambiental. La Posidonia oceánica ayuda a preservar la calidad del agua, a conservar la costa y a los tan sonados efectos de la subida del nivel del mar.

De esta manera tres Universidades de renombre tales como el CSIC, la Universitat Autònoma de Barcelona y el Oceans Institute de la Universidad de Western Australia, nos están avisando sobre las terribles consecuencias derivadas del retroceso de la angiosperma marina. Los hechos son los hechos y sin ser catastrofistas, los resultados indican que hay una importante merma en la capacidad de captación y almacenamiento de carbono. Añadiéndole a estos datos que la zona donde desaparece este “pulmón verde”, puede convertirse en fuentes de CO2 cuando se erosionan; y liberan el carbono que la pradera ha acumulado durante un periodo, que puede remontarse a un centenar de años.

Aún estamos a tiempo

Pero miremos el lado positivo, porque al contrario que en otros ecosistemas, el proceso puede ser reversible. Así de esperanzador se mostró un experto de la Universitat Autònoma de Barcelona y que nos recuerda que esta pérdida no es irreversible. Se puede llevar a cabo proyectos de replantación para recuperar las áreas más afectadas, más deterioradas. Si no están muy conformes de los posibles resultados debemos decirles que ya existen antecedentes muy positivos como el estudio realizado en una laguna costera al sur de Australia Occidental; donde la población de Posidonia se vió afectada durante los años 60 y finales de los 80. Catorce años más tarde y debido a una importante tarea de replantaciones la pradera volvió a crecer.

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