Hasta hace algunos años nos han estado vendiendo lo imprescindible de las energías no renovables y del uso de los combustibles fósiles para el sostenimiento de nuestra economía y de nuestro modo de vida. Hace ya tiempo que sabemos que esto no es así: existen muchas y probadas alternativas que podrían cambiar esto; el asunto es por qué no se aprovechan. En Ecología Útil compartimos las alternativas posibles pero, sobre todo, el secreto a voces de por qué no se utilizan.

Grandes beneficios por la explotación de recursos

Hoy por hoy dichas alternativas ecológicas son contempladas por los gobiernos y multinacionales como fantasías de ciencia ficción. Algo que es fácilmente explicable si tenemos en cuenta los enormes beneficios que ambos se llevan de la explotación de los recursos naturales no renovables.

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Tantos que, evidentemente, el hecho de arrasar con tierras e incluso personas, es tenido como un daño colateral o como una consecuencia de impacto menor en relación a los “beneficios sociales” que estas energías proporcionan.

Argumentos demagógicos y, por supuesto, interesados que intentan, infructuosamente, desviar la atención de los auténticos costos humanitarios y ecológicos que estas explotaciones producen. Como por ejemplo ha sido ampliamente demostrado, en algunos informes publicados, que han relacionado con detalle el impacto ocasionado por algunas de las más conocidas y potentes multinacionales petrolíferas.

Consecuencias de las explotaciones petrolíferas

El impacto más inmediato es el que suele acaecer en las poblaciones humanas de las zonas de donde se obtendrán los combustibles fósiles, como ya han demostrado diversas organizaciones internacionales, y como ya ha denunciado en innumerables ocasiones Amnistía Internacional. Un ejemplo lo encontramos en el famoso Lote 39 ubicado en Perú, donde Repsol inició explotaciones petrolíferas, haciendo caso omiso de la presencia probada de al menos dos poblaciones indígenas ¡no contactadas!

Podemos, haciendo un mínimo esfuerzo imaginativo, comprender las consecuencias para estos pueblos, cuya existencia dicha compañía niega, a pesar de los informes de varias fuentes y organizaciones que demuestran su presencia.

Además, los altos índices de toxicidad de los compuestos del petróleo ocasionan, directa o indirectamente, un aumento desorbitado de problemas de cáncer, afecciones neurológicas y muchas otras enfermedades graves, como por ejemplo, trastornos reproductivos en las poblaciones locales. Esto es algo que ya demostró un estudio realizado en 1994 por el Centro de Derechos Económicos y Sociales en Nueva York.

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Por otro lado, los efectos contaminantes de los combustibles fósiles sobre las tierras, así como sobre todo lo que depende de ellas (aguas, vegetación y especies animales) son casi inabarcables por su extensión: desde la degradación casi irreversible del terreno despejado para la explotación, pasando por la contaminación ocasionada por los desechos de la extracción, que alteran la composición del suelo, provocando la incapacitación para el crecimiento de cualquier especie vegetal, hasta la reducción de oxígeno en las aguas de la zona con contaminación de las mismas.

Pero no acaban ahí los efectos devastadores de la extracción del petróleo: ataca también a nuestro aire, a todos los elementos presentes en la zona y en muchas hectáreas alrededor, tanto de fauna, como de flora, y por si fuera poco, no son extraños los accidentes que suelen suceder a la hora de transportar los combustibles fósiles, con consecuencias ecológicas casi siempre devastadoras.

No compremos la moto que nos venden con publicidades engañosas: hoy existen alternativas ecológicas reales económicamente viables. Pero las megacompañías no quieren soltar su presa, aquí reside el asunto en realidad.

Si crees que esto es así y compartiendo esta información puedes ayudar a concientizar a alguien más, entonces no te detengas. Cuantos más seamos, mayor presión haremos. Adelante, sigamos la lucha por un mundo más humano y saludable.