No queremos alarmarte, sin embargo es bueno que sepas que algunos de los productos que consumimos a diario pueden ser alimentos potencialmente contaminados y estar atentando contra tu salud y la de tus seres queridos. En Ecología Útil queremos orientarte para que puedas estar prevenido y, sobre todo, bien informado.

Alimentos que pueden ser fuentes de contaminación

¿Sabías que hay alimentos vivos que pueden ser fuente de contaminación para tu organismo? Conoce lo que esconden algunos de los productores de estos alimentos y que podría estar dañando tu salud sin que lo sepas.

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Patatas

Las patatas son como esponjas cuando se tratan con tóxicos, como los pesticidas, pues son capaces de absorber hasta el doble de la cantidad de estos agentes. Cuando se cultivan en un ambiente no ecológico, los productores añaden fungicidas al suelo para preservar el tubérculo de las enfermedades más comunes, y además riegan pesticidas sobre las plantas por la misma razón.

Lo peor es que para este alimento no existe un método orgánico eficiente para combatir algunas enfermedades, como el tizón, que en el año 1800 en Irlanda causó la muerte de 1 millón de personas. Es por eso que las patatas 100% ecológicas cuestan el doble que las normales.

Verduras de hoja verde

Las verduras como las lechugas y espinacas muchas veces son rociadas con potentes pesticidas para acabar con las plagas, pues a los gusanos e insectos les encantan más que a los humanos los brotes jóvenes de estas plantas. A diferencia de las patatas, en este caso los pesticidas son rociados directamente sobre la hoja y no en el suelo, por lo que el efecto sobre los humanos es más directo.

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Las espinacas son las verduras que más rocían con plaguicidas, seguidas de las hojas de mostaza, las berzas, la col rizada y el nabo, por lo que siempre que se pueda es preferible comprar la versión ecológica de estos alimentos. Un productor ecológico utiliza las trampas de redes y repelentes no tóxicos para alejar los insectos de sus cultivos.

Uvas, manzanas, fresas, melocotones…  

Aún después de lavado, el melocotón no se deshace de todos los plaguicidas, y una vez retirada la piel, esta fruta pierde gran parte de sus propiedades. La fresa, por otra parte, absorbe gran cantidad de tóxicos a través de su piel y ésta, contraria al melocotón, no puede pelarse.

Siempre busca la etiqueta ecológica cuando compres estos productos, al igual que los zumos fabricados con estas frutas; en el envase debe estar claro que se trata de un alimento ecológico.

Esperamos estas orientaciones puedan apoyarte para entender que la contaminación puede estar presente en los alimentos sin que te des cuenta y es mejor saber cómo evitarla si es que fuera posible. O al menos que te ayude para que puedas tomar medidas para eliminar en un mayor grado las sustancias tóxicas acumuladas en los productos que consumes.